viernes, 18 de febrero de 2011

Los poemas que hemos visto hasta ahora pertenecen a los dos primeros poemarios de Rubén Darío: Azul (1888) y Prosas profanas (1896). En ellos podemos apreciar todo el lujo formal de la poesía de nuestro autor y muchas de las características del Modernismo (un ritmo basado en aliteraciones, utilización de símbolos —el cisne, en primer lugar—, referencias clásicas —griegas sobre todo—, palabras seleccionadas por su sonoridad: hipsipila en lugar de mariposa, por ejemplo..., etc). Sin embargo, a partir de Cantos de vida y esperanza (1905),  la poesía de Rubén se vuelve más introspectiva, de mayor profundidad filosófica. y nos deja ver cierta amargura... El poeta expresa desengaño y dolor por la conciencia de la muerte (como veremos en clase con «Lo fatal») y la pérdida del ideal. Como ejemplo, el siguiente poema titulado, precisamente «Melancolía»

Hermano, tú que tienes la luz, dime la mía.
Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas.
Voy bajo tempestades y tormentas,
ciego de ensueño y loco de armonía.

Ése es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruentas
que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas de mi melancolía

Y así  voy, ciego y loco, por este mundo amargo;
a veces me parece que el camino es muy largo,
y a veces que es muy corto...

Y en este titubeo de aliento y agonía,
cargo lleno de penas lo que apenas soporto
¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?

O éste, titulado «De otoño»:

Yo sé que hay quienes dicen: ¿Por qué no canta ahora
con aquella locura armoniosa de antaño?
Ésos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.

Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa,
cuando empecé a crecer, un vago y dulce són. (con tilde ya veremos por qué)
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡Dejad al huracán mover mi corazón!

Página web (muy interesante) sobre Rubén Darío en la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes

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